La Maquinita Co
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21 julio 2025
Tiempo de lectura: 6 min.
2 personas compartiendo mates en uno de los espacios de La Maquinita Microcentro

Pedir ayuda no te hace menos, te hace parte

En el trabajo -y en la vida, si lo pensamos bien- solemos arrastrar esta idea medio vieja de que pedir ayuda es sinónimo de debilidad.

 

Como si mostrarnos vulnerables fuera algo que hay que esconder, sobre todo en un entorno laboral. Pero… ¿y si fuera al revés? ¿Y si mostrarse humano, decir “no sé”, “me cuesta” o “¿me das una mano?”, fuera justamente una forma más auténtica (y necesaria) de construir vínculos?

 

 

No venimos con todas las respuestas bajo el brazo. Nadie lo hace. Y en lugar de fingir que la tenemos clarísima todo el tiempo, quizás sería más honesto (y sano) aceptar que no siempre podemos solos.

 

Porque no se trata de demostrar que somos indestructibles, sino de entender que parte del trabajo -del bueno, del real- también es saber cuándo parar la pelota y pedir una mano.

 

Por Camila Gónzalez

La vulnerabilidad como puente

Pedir ayuda también es dar

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