El arte de no tomarse tan en serio
En La Maquinita celebramos agosto como el mes de los hobbies, y nos gusta aprovecharlo para compartir esas actividades que disfrutamos fuera del trabajo.
En esta nota quiero contar cómo empecé un nuevo pasatiempo sin saber nada, solo con ganas de hacer algo distinto, y todo lo que fui aprendiendo en el camino.
Por Memi – Community Developer de Libertador
Empezar un hobby sin tener idea
Hace un año decidí arrancar un hobby nuevo. No fue una decisión muy pensada ni estratégica; simplemente tenía ganas de hacer algo que me sacara un poco del mundo digital y me ayudara a conectar con mi lado creativo.
Así fue como terminé con pinceles, acrílicos y un bastidor frente a mí, sin tener la menor idea de por dónde empezar.
Nunca había pintado. No fui a clases, no vi tutoriales ni investigué nada.
Pero había algo en ese gesto de mezclar colores y llenar espacios en blanco que me resultaba muy relajante.
Y aunque ahora lo disfruto, al principio no fue así.
La presión de que salga bien (aunque nadie te lo pida)
Cuando empezás una actividad sin experiencia previa, aparece esa presión de que todo te salga perfecto desde el primer intento.
Por más que uno no quiera prestarle atención, esa vocecita crítica siempre está: “acá te faltó esto”, “mirá lo bien que lo hace la persona de al lado”.
Me encontré ajustando cada detalle de un cuadro como si fuera la entrega de un proyecto importante, cuando en realidad era algo para disfrutar, para desenchufarme de los proyectos importantes.
Pintar sin metas, solo por disfrutar
Estamos tan acostumbrados a que todo tenga que tener un resultado o una meta, que a veces se nos olvida disfrutar del proceso.
Hubo un momento en que ir a clases de pintura se volvió una obligación más que un espacio de disfrute.
Y ahí fue cuando me recordé por qué había empezado: no para ser artista ni para vender lo que hacía, sino para desconectar y tener un rato para mí después del trabajo.
Un espacio para hacer algo solo porque sí
Tener un hobby me ayudó a recordar que no todo tiene que estar orientado a un objetivo.
También está bueno hacer cosas que simplemente nos hagan bien. Y que no hace falta que salga perfecto para que valga la pena.
Entre tareas, deadlines y pantallas, a veces cuesta encontrar ese momento.
Por eso me parece clave tener espacios fuera del trabajo que nos permitan cortar un poco, bajar un cambio y hacer algo que sea solo nuestro.
Lo que me llevo al trabajo
Como Community Developer, muchas veces pienso en las experiencias de La Maquinita desde ese lugar. Buscamos ofrecer propuestas que no sumen una tarea más, sino que den un respiro.
Un momento para charlar, compartir algo distinto y volver a conectar con lo que nos hace bien.
Así que si estás con ganas de probar algo nuevo en este mes de los hobbies, mi consejo es: no importa si no te sale bien.
Y si sentís presión, volvé a pensar en por qué lo empezaste en primer lugar.