Lo que tus pasiones dicen de vos
¿Cuánto de vos se esconde en lo que no mostrás? Cuando hablamos de lo que nos define, muchas veces nos pensamos solo desde nuestro trabajo y mantenemos ocultas otras cosas que amamos hacer.
Te cuento por qué compartir esas pasiones te puede ayudar a mostrar tu esencia y tus valores, conectar desde un lugar más auténtico y demostrar todo lo que tenés para dar.
“El privilegio de una vida es convertirte en quién realmente eres”.
Por Dani Dini
Tabla de contenidos
- Lo que tus pasiones dicen de vos
- ¿Te pusiste a pensar qué ocultás a los demás de quién sos?
- La singularidad que no mostramos
- Lo que amás también te representa
- Lo que hacés habla más que lo que decís
- A veces, no hay que salir a buscar demasiado.
- Requiere algo de coraje, y también de cambiar la perspectiva.
¿Te pusiste a pensar qué ocultás a los demás de quién sos?
¿Y cómo eso podría ser una puerta hacia que otros conecten con tu versión más auténtica?
Hay distintos niveles en cómo nos exponemos al mundo y cómo gestionamos esa información de quienes somos frente a los demás. En psicología cognitiva, hay una herramienta que no es una puerta pero… es una ‘ventana’: se llama la ‘ventana de Johari’.
La ventana es una metáfora para ilustrar cuatro cuadrantes, que son cuatro grandes zonas: la zona pública (lo que otros saben de nosotros y nosotros sabemos que saben), la zona ciega (lo que saben de nosotros y desconocemos que los demás saben, algo importante a gestionar), la zona desconocida (lo que no sabemos de nosotros y los demás no saben, un misterio en este presente que quizá se abra en un futuro), y… la zona oculta.
Se trata de una zona que contiene información de nosotros mismos que nosotros conocemos pero, que no mostramos a nadie por distintos motivos.
La singularidad que no mostramos
Ojo: no hablo de ‘sacar los trapitos al sol’ o ventilar intimidades.
Es en la zona oculta en la que generalmente se esconden características nuestras que desestimamos, y que hablan mucho de nosotros, de nuestros dones y talentos, de nuestros valores, nuestra forma de ver la vida y nuestra singularidad.
A veces nos cuesta mucho pensar en qué nos diferencia, qué nos hace personas únicas, y en esa búsqueda minimizamos aquellas cosas que nos encantan, que son parte nuestra y que, aún así, no le contamos a nadie: porque ‘a quién le va a importar que soy programador y que además toco el piano desde chico’, ‘hago cerámica desde hace años todos los sábados pero no tiene nada que ver con mi trabajo de community manager’, o ‘corro maratones pero no interesa en mi día a día como diseñadora’.
Lo que amás también te representa
Dentro de esas cosas que no mostramos, tal como en los ejemplos que cité, suelen estar nuestras pasiones.
Solemos definirnos desde nuestra profesión y muchas veces pensamos que es eso lo único que tenemos que compartir con otros tanto en las redes sociales como en nuestros encuentros en persona, porque es lo ‘relevante’.
Son muchas las creencias limitantes que nos hacen invisibilizar nuestras pasiones.
Algunas veces es por vergüenza, porque pensamos que son cosas que no hacemos lo suficientemente bien o que a nadie le va a importar vernos hacerlas.
Otras, porque creemos que no están relacionadas con nuestro trabajo cotidiano y que no van a ayudar a posicionarnos.
Lo que hacés habla más que lo que decís
Sin embargo, nuestras pasiones hablan mucho más de nosotros de lo que creemos.
El año pasado tuve la oportunidad de conversar con Guillem Recolons, mi mentor y uno de los mayores referentes en el mundo en lo que refiere a marca personal, en el marco del Personal Branding Lab Day.
En esa charla, Guillem habló de los valores y de cómo estos se ven mucho más evidenciados en nuestras acciones que en nuestras palabras, porque no es lo mismo decir “soy disciplinado y me esfuerzo por mis objetivos” que mostrar que salís a correr todos los días, o asegurar que sos un buen estratega que compartir que participás de torneos de ajedrez desde tu adolescencia.
Guillem afirma, ‘nuestras pasiones hablan de nuestros valores’, y me gusta decir que nuestros valores hablan de qué madera estamos hechos.
En nuestras pasiones aflora parte de nuestra esencia, de nuestra forma de ver el mundo, y, como te decía, de nuestros valores.
Todo esto nos ayuda a construir una marca personal que refleja quienes realmente somos y todo lo que somos capaces de lograr y aportar desde nuestro trabajo y con nuestra identidad.
A veces, no hay que salir a buscar demasiado.
La verdadera búsqueda no es hacia afuera, sino ahondando en nosotros mismos. Por eso, te invito a hacerte estas preguntas:
- ¿Quién sos cuando nadie te ve?
- ¿Qué secretos guardás?
- ¿Qué cosas te encantan y no mostrás?
- ¿Qué se te da bien pero no compartís?
- ¿Qué de aquello que ocultás sería una revelación sobre vos?
Compartir algo de eso que no contamos -que no implica en absoluto inmolarse con alguna confesión muy íntima-; puede ser un acto tan simple como poderoso a la hora de transmitir quién sos, tu esencia.
Tu autenticidad.
Requiere algo de coraje, y también de cambiar la perspectiva.
Pero vale la pena animarse a compartir algo de nosotros mismos. El impacto puede ser enorme.
Si algo de esto te resuena, ¿qué te animarías a compartir de lo que mantenés oculto? Puede ser una habilidad, algo que te guste mucho, algo que te represente, parte de tu historia.
¿Qué de eso que te estás guardando podría revelar algo único y valioso sobre vos?
Te propongo que lo pienses y que elijas una de tus pasiones para compartirla esta semana: en una conversación, en redes, en una historia y probar qué se mueve cuando lo hacés visible.